domingo, 25 de abril de 2010

CALLADITO ESTAS MAS GUAPO

En cuestión de sexo, puedes utilizar la boca para muchas cosas. Preguntar bobadas no es una de ellas.


El buen sexo no deja interrogantes estúpidos abiertos. Tendrías que estar flotando, incapaz de preocuparte de nada más. El problema es que a veces la mente se evade tanto que no piensas con claridad. Y entonces hablas sin pensar. Mala política. En general, en la cama, se valora el silencio. "Cualquier indicación o observación no forma parte del estímulo erótico y te saca de la situación", advierte Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona. Toca aprender a callar.

1 ¿La tengo grande?

Esta pregunta pasa por la cabeza de muchos hombres. Pero seamos sinceros, ¿de verdad quieres oír la respuesta? ¿Y de verdad quieres oírla justo cuando tu cosita está en su mejor momento? Es una pregunta inútil porque: a) da igual cómo la tengas, no hay nada que lo pueda cambiar; y b) si las noticias son malas, la chica mentirá. Y en cualquier caso parecerás un ególatra que mide el mundo a través de unos pocos centímetros que cuelgan entre sus piernas. Piensa qué harías tú en la situación inversa. Si ella te pregunta: "¿Tengo las tetas muy pequeñas?", acaso le respondes: "Cariño, ni me había dado cuenta de que tenías tetas...". Pues claro que no. Y, por cierto, a la pregunta obligatoria de si crees que tiene el culo gordo, tienes que responder obligatoriamente: "No, es perfecto."

2 ¿Puedes ir más rápido / darle caña / dejar de morderme?

Puede parecerte una forma sensible y cuidadosa de valorar la actuación de tu pareja. Ya sabes, como un sargento que habla con educación a sus tropas militares en lugar de ladrarles las órdenes como un poseso. Pero el problema es el siguiente: aquí no mandas tú. Eres como el afortunado que acaba de ganar la lotería, y el primer premio es estar tumbado justo donde estás tú. ¿Y qué ocurre si tu chica no está acertando en lo que está haciendo?

Hay unas normas básicas que debes respetar y que nos desvela Molero: "En la cama debería emplearse lo que los sexólogos llamamos ?comunicación sexual asertiva? y que consiste básicamente en no utilizar nunca la palabra ?no?. Una negación es un fracaso y provoca frustración", explica Molero.

Tranquilo, soldado. Si tu chica te hace algo con lo que no disfrutas, éste es el plan estratégico que debes seguir: hazle alguna cosa que sepas que le gusta y confía en que se distraiga y deje de hacer eso que te desagrada.

3 ¿No habías dicho que te apetecía probarlo?

Seguro que lo dijo. Y seguro que todavía quiere probarlo. Pero ahora, no. Aquí, no. De esta forma, no. Una cosa es lo que dos adultos se dicen de manera espontánea en la comodidad e intimidad del sofá después de tres copas de vino tinto, y otra cosa totalmente distinta es lo que esos dos adultos hacen cuando están en la cama.

Esta clase de cosas necesita charlas, negociaciones, planes y mapas de carreteras consensuados. Así que deja de hacer eso, espera al momento oportuno, que por mucho que insistas no va a llegar esta noche.

4 ¿Te ha dolido?

Piensa en las respuestas posibles:
a) "No, siempre hago muecas de dolor cuando experimento una relajación absoluta."
b) "No, siempre grito: "¡Eh, para! ¡Me haces daño!" cuando estoy en mi momento más pasional."
c) "Sí, imbécil. ¿Es que no te has dado cuenta?"

En momentos como ése, lo mejor que puedes hacer es no decir nada y actuar correctamente. "Deberías bajar la intensidad sexual y recuperar el erotismo mediante caricias".

5 ¿Te la has metido entera en la boca?

Una vez más, ¿qué esperas que te conteste? Hay un dicho sobre dar la mano y coger el brazo... Vamos a ver, ¿has intentado alguna vez meterte un plátano entero en la boca y seguir con la conversación? Agradece que, al preguntárselo, tu novia no dejara de hacer el trabajito para decirte: "Cariño, claro que me la he metido entera... como es tan pequeña es fácil...".

6 ¿Puedo encender la luz?

Lo que piensa ella: "Claro, enciende la luz. Y tengo una linterna en el armario, justo al lado de la cámara de vídeo. ¿Por qué no enciendes esas dos cosas también? Ah, y no te olvides de descorrer las cortinas para que los vecinos se diviertan con nosotros."

Para empezar, ¿alguna vez te has planteado por qué la chica ha apagado las luces? Es probable que algunos complejos la hagan preferir la oscuridad. "Si la relación ha empezado así, encender la luz cortará la atmósfera que se ha creado. Es el momento de concentrarse en la sensaciones y dejar las peticiones para otra ocasión", aconseja Molero.

Ata tu lengua corta y espera a mejor ocasión, pero entonces, utilízala también con pericia. Si ella tiene complejos, tendrás que reforzarla para que acceda a encender la luz. "En general, los dos temas que más acomplejan a las mujeres son el pecho y la celulitis. Decir de vez en cuando que te gusta ayuda mucho. Estos complejos no sólo influyen en tener la luz apagada, también hay posturas que las mujeres prefieren no adoptar por la visión que tiene su pareja de ella. Por ejemplo, algunas mujeres se sienten incómodas encima de sus parejas por cómo se ve su pecho en ese momento", explica Molero.

7 ¿Por qué no invitas a tu amiga?

Error. Error. Error. Ésta es una de esas preguntas que entran en la misma categoría que pedirle tu jefe que te duplique el sueldo o preguntarle a un niño de cuatro años si puedes cambiar los dibujos animados por un documental histórico. Sólo con preguntar, destruyes todas las posibilidades de una respuesta afirmativa.

Aunque tu pareja haya alabado el cuerpazo y las piernas kilométricas de su amiga, incluso aunque haya planteado de forma abierta hacer un ménage à trois con ella, nunca jamás debes preguntarle por qué no la invita. Si lo haces, tu novia tendrá la clara impresión de que quieres tener una aventura con su fantástica amiga... mientras tu novia hace de espectadora. Y no es eso lo que quieres. Lo que quieres es que tu pareja tenga la clara impresión de que, si eso es lo que ella desea (y si insiste), tú no vas a negarte.

8 ¿Quién es Javier?

¡Vaya, vaya! ¿Qué te parece? Resulta que la chica que tienes al lado ha hecho algo que muchas veces pillan haciendo a los hombres: pensar en una mujer cuando se acuestan con otra, y después gritar el nombre que no toca en el momento menos apropiado. Antes de montar una escena, detente un momento para adivinar si ella se ha dado cuenta del lapsus o si el nombre ha surgido de lo más profundo de su subconsciente a través de los efectos alienadores de tus movimientos de placer. "En estos momentos, es mejor no decir nada o intentar olvidarlo. A veces, en la vida diaria dices tenedor en vez de cuchillo. Esto suele ocurrir al principio de la relación, cuando existe la costumbre de decir otro nombre. Y ello no significa que lo recuerde con cariño o siga enamorada de él, puede tener el peor de los recuerdos y pronunciar su nombre", tranquiliza Molero.

9 ¿Te falta mucho?

Un buen momento para preguntarle eso es cuando tenéis que salir a cenar, tú ya estás esperando en la puerta de casa y ella sigue acicalándose. Un mal momento para preguntarlo es en la cama, en medio de un polvo, cuando, con toda seguridad, ella estaba a punto de llegar al orgasmo. Si lo preguntas por impaciencia o curiosidad, parecerá un reproche, y entonces es casi seguro que su respuesta sea: "No, a quien le falta tacto es a ti".

10 ¿En qué piensas?

Tiene los ojos cerrados y la boca abierta. Respira entre jadeos. Es evidente. Debe de estar pensando en la cena. O en la lista de la compra. O en quién se ha dejado la luz del comedor abierta.
Qué pregunta tan absurda: ¿cómo puede ser que la mujer con la que acabas de tener una relación íntima esté pensando en otra cosa que no sea vuestro fantástico encuentro sexual? No te preocupes por lo que piensa. Disfruta del momento. Igual que ella.

11 ¿Qué hora es?

Establezcamos un hecho primordial de la física: el sexo es un espacio sin tiempo. No tiene sentido acostarte con alguien si vas contando las horas y los minutos. Y si te preocupa quedarte dormido por la mañana después de haber trasnochado, pues pon el despertador. Lo único que debes hacer es asegurarte de que no es de esos que brillan tanto por la noche que estropean todos los momentos de paz (ya sabes, como estás haciendo tú ahora mismo).

http://www.menshealth.es/mh/sexo/detalleNoticia/Calladito%20est%C3%A1s%20m%C3%A1s%20guapo/2c9181aa282635a801282a5919370aa4/sexo

domingo, 18 de abril de 2010

De qué hablan las chicas cuando no estamos delante?

Sí: hablamos de sexo. Hablamos de vosotros. Mucho más de lo que imagináis. Pero que no se os suba a la cabeza. Hablar de hombres no deja de ser una forma de explicar cómo somos y cómo nos relacionamos las mujeres. Sois el detonante de la intimidad femenina, que es mucho más compleja que la de los hombres.


Todo empieza en el instituto. Le confiesas a una amiga que te gusta ese chico que va dos cursos por encima de ti; ella sonríe y te cuenta que le va el amigo de su primo... Ya habéis intercambiado los cromos. Compartís un secreto. Seréis amigas para siempre. La misma historia se repetirá, con el paso de los años, en el gimnasio, en la barra del bar o en el despacho. Para que una conocida se gane el título de amiga, tienes que hablar con ella de chicos y/o sexo.

Si pudieras espiar estas chácharas te parecerían raras, descorazonadoras, asombrosas, guarras y, a ratos, aburridas. El sexo es una zona oscura y todo el mundo agita su linterna intentando no darse de bruces o, al menos, minimizar los resbalones. Cuando comparamos apuntes con nuestras amigas intentamos sacar conclusiones de cómo somos y qué buscamos. Si quieres sacarle partido a estas conversaciones, no te limites a intentar saber qué pensamos de los hombres. En cada frase se cuela nuestra concepción de la vida. Y ésa es la información que de verdad te servirá para acercarte a nosotras.

Sutiles, pero directas

A veces nos exaspera tener que ser explícitas para que vosotros nos entendáis. Si yo le pregunto "¿qué tal?" a una amiga que la noche anterior tuvo una cita, y después sonrío, no me va a hablar del restaurante al que fue. Sabe que hablo de sexo y puede confirmar mis sospechas diciéndome: "es muy cariñoso" o "es muy apasionado". Yo me he ahorrado tener que preguntarle si pasó algo y quedar como una cotilla, y ella tener que confesar que , efectivamente, se acostó con él. Todo ha sido más elegante. A partir de ahí, compartirá sus dudas sobre la actuación del chico y podremos hablar de lo que pasó sin sentir que estamos retransmitiendo una peli porno. Es cierto que somos sutiles, pero simplemente para ahorrarnos trámites innecesarios. Ésa es la base de la complicidad femenina.

En el caso poco frecuente, pero interesante, de que dos mujeres "coincidan" (que hayan acabado acostándose con el mismo chico en distintas noches), esta delicadeza también se aplica: "¿Qué te pareció?". Esto se pregunta como si se hubiera leído el mismo libro. ¿Las respuestas?: "no pude dejar de leer", "me lo terminé en un par de horas"...

No os creáis nada: por mucho que a la gente le encante decir que a las mujeres lo que nos gusta es el sexo con amor, lo que realmente nos gusta del sexo... es el propio sexo.

La regla de los dos días

Pongamos que tienes un "topo" que te informa de lo que ella dice de ti. Pongamos que habéis pasado una noche juntos, y que la crítica te ha aclamado. Puedes reaccionar de dos maneras: dándote un par de besos en el espejo, o volviéndote paranoico al pensar que ella va demasiado deprisa. Te equivocas en ambas conclusiones. Se trata simplemente de la euforia post-coito. Es lo que una de mis mejores amigas describe como "la regla de los dos días". Tras una sesión de sexo (a no ser que haya sido objetivamente desastrosa) tendemos a idolatraros. Si el tipo en cuestión no tiene mucho talento, en dos días se nos pasa. Si apunta maneras, puede tardar hasta una semana en caer en desgracia.

Para nosotras resulta agotador. La amiga "afortunada" se pasa una tarde entera hablando de ese chico tan maravilloso y, al cabo de 48 horas, vuelves a preguntarle por él y te contesta que "no había para tanto" o que "el otro día no te conté que tuve que pagar yo la cena". La coletilla final siempre es idéntica: "por suerte, no me ha vuelto a llamar".

La fama es efímera y una noche de pasión no consolida tu carrera como amante. En la siguiente cita tendrás que esforzarte mucho más: ya no se te perdonarán los errores de novato.

Somos unas copionas

La mayoría de vosotros habláis de sexo de una forma puramente cuantitativa: cuántas chicas, cuántos polvos, cuántos orgasmos... Nosotras, en cambio, nos enorgullecemos de lo locos que os volvemos en la cama. Es intangible, pero saludable para la autoestima. Cuando una de nosotras nos cuenta que él dijo que fue increíble, queremos saber cómo y de qué manera ella consiguió que lo fuera. Que el relato sea más o menos explícito queda al gusto de la consumidora. Normalmente se trata de explicaciones del tipo: "me moví así y le toqué ahí". El resto imaginamos un movimiento y un tocamiento que no tiene porque ser el que nuestra certera amiga perpetró. Pero ya tenemos información suficiente para adquirir nueva sapiencia... de la que tú puedas beneficiarte.

Si hacemos algo atrevido sexualmente, nos encanta que nos digáis que os ha encantado... y que al cabo de cinco minutos volváis a decirlo.

Dinámica de grupo

Nuestras conversaciones a veces son despiadadas y en ocasiones laudatorias. Pongamos que Ana se ha encontrado con un egoísta increíble que en cinco minutos ha rematado la faena y, entre ronquido y ronquido, le ha indicado la parada de metro más cercana. Revuelo en la comunidad femenina. Para consolar a Ana, todas explicaremos historias semejantes. Si cometiste algún error en el pasado, ahora será resaltado en letras de neón. Somos gregarias y tu historia es la que tenemos más a mano para dar fe de ello. Sin embargo, si Ana ha pasado una noche que acabó con una caja vacía de preservativos en la papelera, todas recordaremos nuestras pequeñas victorias. Si tuviste una actuación estelar, será tu momento. Sólo hay una excepción: el novio actual. "Él" (hasta que se convierta en ex) siempre lo hace todo bien. Todo. No soportaríamos estar con un hombre al que nuestras amigas no respeten.

No bajes nunca la guardia: cualquier error puede ser utilizado en tu contra (y estos delitos nunca prescriben). Eso sí, cualquier acierto se convertirá en tu indulto en el mundo femenino.

Somos espías

Te sonsacaremos cualquier información sobre lo que opinan tus amigos de nuestras amigas. Todas lo hacemos. Es justo y necesario. Si Ana se ve gorda, no dudaré en chivarle que tu amigo comentó que tenía un buen culo. Si tu amigo dijo que Ana no le interesaba y ella me habla de él, le diré que es un cretino y que no merece la pena. El gran drama puede venir si la otra me delata. Por ejemplo, si Ana le dice a tu amigo que yo te he dicho que tú me has dicho... ella y yo nos diremos de todo. Quizá te parezca adolescente, pero es nuestro código de honor.

Si quieres salvaguardar los secretos de tus amigos, no me los cuentes.

Nunca juzgamos

La empatía femenina es proverbial. Como decía al principio, hablar de chicos sirve para hablar de nosotras. Y, para entendernos, si Ana me cuenta que se sintió humillada porque un tipo le pidió sexo anal, pensaré que es un pervertido... aunque yo lo haya hecho la noche anterior con tres desconocidos. Yo puedo animar a Ana a que lo pruebe, pero él no puede presionarla de esa manera. Te puede parecer absurdo y, seguramente, el tipo no se hubiera atrevido a proponérselo si ella le hubiera hablado de sexo con la misma sinceridad que emplea conmigo, pero son cosas que no vienen al caso. Nos produce mucha curiosidad lo que ocurre, pero nos interesa mucho más cómo nos sentimos. El baremo no son las acciones si no nuestras reacciones.

Estamos convencidas de que vosotros no nos comprendéis como lo hacemos entre nosotras.

La historia interminable

La anécdota que un tío tarda un minuto y medio en explicar a sus colegas, puede significar para una chica una hora y media de animada cháchara. Le contará a sus amigas absolutamente todo: desde la ginebra que mezcló con su martini, hasta si le separó la silla de la mesa para que se sentara, pasando por cómo pidió la carne o la cantidad de orgasmos que tuvo y de qué calidad. Esto refleja la realidad sexual de las mujeres: todo importa, ningún detalle merece ser pasado por alto.

Cuando te explica esa pequeña pelea que ha tenido en el trabajo, lo hace como si fueras su mejor amiga (y espera que tengas la misma paciencia que ella).

Te está diciendo algo

Vuelve a casa echando fuego por la boca. Cuando se relaja un poco te explica que el novio de Ana ("¡ese cerdo machista!") la ha engañado con otro. Ha sido un auténtico escándalo. Ella y sus amigas llevan tres días dándole vueltas al tema. Lo han debatido tantas veces y de tantas formas distintas que, en realidad, no le importa lo más mínimo tu opinión al respecto (nos valemos y nos sobramos para diseccionar y analizar este tipo de historias). Lo que quiere saber es qué opinas tú sobre la infidelidad.

Lo mismo puede ocurrir si te cuenta que Elena hizo un trío el otro día. No te está pidiendo que disertes sobre la moralidad de su amiga. Lo único que quiere es conocer tu opinión sobre el juego a tres bandas. Pero cuidado: puedes estar a punto de caer en una trampa mortal. Tal vez espera que tus ojos se iluminen, y que cojas el teléfono raudo y veloz para pedirle a Elena que repita la proeza con vosotros... o quizás sólo está suplicando un "no necesito a otra mujer". Sólo hay una forma de desactivar la bomba: desenfunda tú primero y pregúntale que piensa ella sobre esa práctica.

Las historias de sus amigas le sirven para descubrir cómo actuarías tú en la misma situación. Mantente siempre alerta o caerás en la trampa.

No te metas nunca con su amiga

Ni siquiera si has visto como ambas se sacaban la piel a tiras en la plaza más concurrida de la ciudad. Evidentemente, si no quieres morir joven, tampoco optes por defender a su rival o por soltarle un ingenuo "no hay para tanto...". Limítate a intentar entender por qué tu chica se siente así o asá. Si das tu opinión, sé respetuoso. Nada de: "¡qué bien! ¡ya no tendré que aguantar que te pases dos horas colgada del teléfono...".

Después de leer este artículo, seguramente estarás más cerca de comprender la naturaleza femenina. Pero ten algo muy claro: nunca serás una mujer. No intentes intervenir en las dinámicas femeninas o saldrás escaldado.